Aquello que te daña o te perjudica y que decides tolerar más de una vez, inevitablemente se convertirá en un patrón que se repetirá. Y no me refiero solo a aquello que hacen o permites a las otras, eso incluye también lo que te haces o té permites a ti misma.
Al no marcar límites claros, enseñas a los demás –y a ti mismo– que ciertas conductas o situaciones son aceptables, aunque te incomoden o te perjudiquen.
Cada vez que permites algo, que va en contra de tus principios o tu bienestar, estás abriendo la puerta para que se repita. Establecer límites no es solo una cuestión de firmeza, sino de autorrespeto y dignidad hacia una misma. Y los límites no se aplican solo hacia las otras. Deben aplicarse también hacia una misma. En ocasiones toleramos pensamientos, actitudes y comportamientos propios, que por repetición, acaban convirtiéndose en hábitos y son muy autodestructivos.
Debes tener claro que, imponer un límite hacia lo otra no es tratar de callarla o cambiarla, sino de cambiar tú, o de dejar de prestarle atención. Los límites empiezan en una misma.
Ver que permitimos es algo muy distante a que toleramos.
La tolerancia es aceptar y abrazar la diferencia, apreciar la diversidad, no tener miedo, respetar a las que no son, o no piensan como nosotras, considerándolas como iguales, saber escuchar, ayudar y empatizar.
La tolerancia no es permitir el abuso y que tomen partido y provecho de algo, o de alguien, para obtener un beneficio, a pesar de que eso tenga consecuencias negativas o genere daños físicos o emocionales, en la otra, o en la misma persona.
Esos comportamientos o actitudes dañinas, sean tuyas o de la otra, no deben afectar a nuestro estado de ánimo. No permitamos que aquello que hace la otra nos afecte y cambie nuestra vibración. No demos ese privilegio, ni esa autoridad.
Me gustaría terminar con la frase de Brene de Brown:
“Atreverse a establecer límites, se trata de tener el valor de amarnos a nosotros mismos, incluso cuando corremos el riesgo de decepcionar a otros.”
Debemos aprender a no confundir egoísmo con amor propio. El amor propio es parte fundamental de la salud mental. Es aceptarte tal como eres y amarte incondicionalmente. Al final, eres tu compañía en todo momento, y te mereces quererte, así como hay otras personas que te quieren a ti.
¡Feliz día, y recuerda que eres maravillosa!