¿Qué es el silencio?
El silencio es comunicación. Los silencios son espacios vacíos, pero tienen muchísimo significado.
Al no disponer de contenido, los silencios pueden parecer inútiles, pero son muchas las situaciones en las que un silencio puede ser de gran ayuda.
Estamos habituadas a la inmediatez, todo debemos hacerlo de forma inmediata, con premura. Son pocas las veces en que nos tomamos un momento, antes de actuar o responder a cualquier estímulo.
En el diálogo, sea interno o externo, continuamente replicamos de forma rápida aquello que se formula. Llegamos incluso a discutir y aumentar el tono de nuestras conversaciones, sean estas pensadas o expresadas en palabras o gestos. Entramos en disputa.
¿Sabemos hacer uso del silencio?
Regalarnos un silencio, para tomar distancia y observar, vaciar nuestra mente de contenido durante unos momentos, o simplemente, permanecer callados y escuchar los argumentos de la otra persona, aunque no estemos de acuerdo con ellos, contribuye a que todo suceda más pausada y tranquilamente. Y mantiene además el protagonismo en quien se expresa.
Silencio no es ausentarse, todo lo contrarío, es tomar presencia respetando el vacío, es en una palabra aprovechar para reflexionar.
La estrategia del silencio
Los silencios suelen incomodar. Cuando alguien nos formula una pregunta desafortunada o una opinión hostil hacia nosotras, prologar un silencio por unos segundos antes de replicar, producirá que quien nos está juzgando, se dé cuenta de su acción, es cómo colocar ante él un espejo. Le hará recapacitar sobre esa acusación o juicio que ha emitido hacia nosotras.
No caigas en el bucle de replicar, obtendrás un mejor resultado, si tras esos segundos en silencio, respondes con una pregunta simple, tipo: “¿Puedes repetirlo?”, o bien: “¿Puedes decirme en qué, concretamente, crees que soy así?”.
Ambas preguntas denotan una ausencia de reacción por tu lado a esa provocación, y vuelven a situar el foco de atención en la actitud de la persona, que te está avergonzando o dañando.
Eso hará que, obligues a recapacitar a quien te está interpelando, y tome consciencia de su talante, y no solo eso, además deberá matizar su aseveración, ante tu respuesta interrogativa.
No entremos en la dinámica, de devolver, con la misma actitud, un contraataque. No nos coloquemos a su mismo nivel energético, acusándole también, o replicando con otro juicio parecido, al que hemos recibido, hacia quien nos acosa. Esa no es la senda. El camino correcto es colocar un espejo ante quien nos está criticando, o juzgando, para que vea en él, su reflejo, y esa imagen la ponga en evidencia, y la haga recapacitar.
No debes reaccionar emocionalmente, si lo haces, vas a darle de nuevo a esa persona, la oportunidad de seguir haciéndote daño, o de continuar avergonzándote. Usa el silencio, haz que sea el protagonista, y cuanto más se prolongue más autoridad tomará. Rómpelo solamente, para devolver el reflejo de la situación con tu interrogación.
No te dejes llevar y arrastrar por tu entorno, ni tampoco por tu mente. Esos pensamientos o juicios externos negativos no conducen a nada, ni aportan nada. Simplemente, ignóralos. Usa el silencio para dar tiempo a que se desvanezcan. Enfócate en una vibración alta, usa tu tiempo y tu energía para que suma y nutre.
Xavi Moya
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