La Trampa del Ego

Miedo al fracaso y el síndrome del impostor

Miedo al fracaso y el síndrome del impostor: cómo identificarlos y superarlos

Es completamente normal sentir miedo al fracaso antes de comenzar un proyecto. Las incertidumbres que escapan a nuestro control, junto con esas preguntas que nos asaltan y abruman, suelen convertirse en una carga que dificulta el inicio de cualquier propósito. Más allá de nuestro nivel creativo, son diversas las emociones que pueden paralizarnos: el temor a ser juzgadas o criticadas, la duda sobre si estamos lo suficientemente preparadas, la vergüenza de exponernos públicamente o la falta de claridad en los pasos a seguir. Todo esto puede desanimarnos profundamente frente al temido “lienzo en blanco”.

Pero hay algo crucial que recordar: siempre existe un primer paso, y darlo es fundamental. Aunque no te acerque inmediatamente a tu objetivo, te saca del lugar en el que estabas antes de avanzar. Sin importar cuál sea la meta final, ese primer paso ya te ha sacado de tu zona de confort, ese espacio en el que te refugias para no arriesgar, para procrastinar o para temer que lo desconocido podría ser peor. Dar ese paso, por pequeño que sea, es el comienzo de algo nuevo y valioso.

El síndrome del impostor: ¿qué es y cómo identificarlo?

El síndrome del impostor es ese sentimiento persistente de no ser lo suficientemente buena, competente o merecedora de tus logros, a pesar de la evidencia que demuestra lo contrario. Quienes lo padecen suelen atribuir sus éxitos a la suerte, el timing o el esfuerzo excesivo, en lugar de reconocer su propia capacidad y talento. Este fenómeno puede manifestarse de varias formas:

  • Autocrítica excesiva: Dudar constantemente de tus habilidades y minimizar tus logros.
  • Miedo al fracaso: Temer que cualquier error revele que no eres tan competente como los demás creen.
  • Comparación constante: Creer que los demás son más capaces o están mejor preparados que tú.
  • Atribución externa: Decir que tus éxitos se deben a factores externos (“fue suerte” o “me ayudaron demasiado”).
  • Sobreexigencia: Trabajar en exceso para compensar la sensación de no estar a la altura.

Si te identificas con estas señales, es probable que estés experimentando el síndrome del impostor. Pero no estás sola: es un fenómeno común, especialmente entre personas creativas, profesionales y estudiantes de alto rendimiento.

Cómo superar el síndrome del impostor

  • Reconoce y nombra el sentimiento: El primer paso es identificar que lo que estás experimentando es el síndrome del impostor. Nombrarlo te ayuda a despersonalizarlo y entender que no eres la única que lo siente.
  • Celebra tus logros: Haz una lista de tus éxitos y habilidades. Revisarla te recordará que tus logros son el resultado de tu esfuerzo y talento, no de la suerte.
  • Habla de ello: Comparte tus sentimientos con alguien de confianza. A menudo, descubrirás que otras personas han experimentado lo mismo, lo que te ayudará a normalizar estas emociones.
  • Acepta la imperfección: Nadie es perfecto, y cometer errores no te hace menos capaz. Aprende a ver los fracasos como oportunidades de crecimiento.
  • Cambia tu diálogo interno: En lugar de decir “no soy lo suficientemente buena”, prueba con “estoy aprendiendo y mejorando cada día”.
  • Establece metas realistas: No te exijas la perfección. Define objetivos alcanzables y celebra cada pequeño avance.
  • Busca apoyo profesional: Si el síndrome del impostor te paraliza o afecta significativamente tu vida, considera buscar ayuda de un psicólogo o coach.

Atrévete a dar el salto

Te animo a que te lances. Personalmente, soy un firme defensor de la idea de que es mejor aprender del error que quedarse atrapado en el eterno “¿y si lo hubiera intentado?”. La resiliencia es un valor que fortalecerá tu capacidad de superación y alimentará tu amor propio. Cuando reflexiones sobre tu camino y te des cuenta de todo lo que has aprendido, llegarás a la conclusión de que, en realidad, “no era para tanto”. Cada paso, cada tropiezo, te acerca a una versión más fuerte y segura de ti misma. ¡Confía en el proceso!

La primera vez siempre existe

Siempre hay una primera vez para todo, y equivocarse no es algo negativo. No hay mayor motivación que arriesgarse, superarse y aprender. Piensa en tu infancia: cuando diste tus primeros pasos y te caíste, ¿qué hubiera pasado si no hubieras insistido y te hubieras conformado con seguir gateando? Aquellas caídas fueron parte esencial de tu crecimiento, y hoy caminar es algo natural. Lo mismo ocurre ahora: cada intento, cada tropiezo, es un paso más hacia adelante. ¡No temas caer, porque levantarte es lo que te llevará más lejos!

La creatividad: un músculo que se ejercita

La creatividad no es un don reservado para unos pocos privilegiados, ni depende de las musas o la inspiración divina. Todas tenemos un potencial creativo, y cuanto más lo usemos, más se desarrollará. La creatividad es como un músculo: se fortalece con la práctica. No es algo abstracto o inalcanzable; está en nuestras manos, a nuestro alcance, y podemos usarla para sentirnos realizadas y para aportar algo valioso a quienes nos rodean.

¿Qué es la creatividad?

La creatividad es la capacidad de crear algo nuevo, útil y que beneficie a quienes nos rodean. No se trata solo de ideas grandiosas, sino de soluciones, propuestas o expresiones que aporten valor. El proceso creativo depende de dos formas de pensamiento: el pensamiento automático (intuitivo y espontáneo) y el pensamiento ejecutivo (racional y planificado). Ambos se complementan con el pensamiento paralelo (explorar múltiples ideas a la vez) y el pensamiento crítico (evaluar y refinar esas ideas).

Conclusión

El miedo al fracaso y el síndrome del impostor son desafíos comunes, pero no tienen por qué detenerte. Cada paso que das, por pequeño que sea, te acerca a tus metas y te ayuda a superar tus inseguridades. La creatividad no es un privilegio, sino una habilidad que se desarrolla con práctica y perseverancia. Atrévete a crear, a equivocarte y a aprender. Porque, al final, lo que importa no es el resultado inmediato, sino el camino que recorres y la persona en la que te conviertes al hacerlo. ¡El mundo necesita tu voz y tu visión!

Escúchame, escúchate. Comprométete a crear, a innovar, a vivir con pasión.

Tu vida puede transformarse por completo en poco tiempo. Es posible. Te lo aseguro.

A mí me ocurrió…

“El que no inventa, no vive”. Ana María Matute.


 

signature xavi moya Xavi Moya
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